lunes, 11 de diciembre de 2017

Extraordinarios delirios populares y la locura de las criptomonedas.

En su libro "Extraordinary Popular Delusions And The Madness Of Crowds" (extraordinarios delirios populares y la locura de las multitudes), Charles Mackay explora la psicología de masas en distintos episodios de la humanidad que va desde lo hilarante hasta lo patético. No podía faltar la tulipmanía, la burbuja especulativa que se desarrolló en Holanda en el siglo XVII y que fue relativamente bien documentada por los cronistas de la época. La mayoría de la gente conoce la historia en lo general, pero es en lo particular donde se adquiere el verdadero significado de las cosas.

Evolución del precio de los bulbos de Tulipanes
(Poster de René Pronk)
La historia corta es la siguiente: Los tulipanes tuvieron un auge de popularidad cuando fueron introducidos en Holanda a finales del siglo XVI. En algún momento, un virus benigno hizo que algunos tulipanes contaminados presentaran diseños únicos y exóticos, lo que hizo que se volvieran flores codiciadas por los aristócratas, hasta lo razonable. Lo razonable empezó a diluirse cuando se empezaron a negociar contratos a futuro: Dado que los bulbos de Tulipan (que fueron el verdadero objeto de la Tulipmanía, más que la flor en sí) no se podían estar trasladando hasta que el bulbo floreciera (lo que podía tardar años) y llegara al consumidor final, fue que se crearon los contratos a futuro: alguien compraba al agricultor no el bulbo, sino los derechos sobre el bulbo (que ejercería al cuando este floreciera y llegara el momento de venderlo), que a continuación vendía a un tercero (con ganancia), que a continuación vendía a un cuarto (con ganancia), que a continuación... cada nuevo intermediario inflaba mas el precio, y el siguiente intermediario lo compraba solamente porque esperaba venderlo mas adelante a otro intermediario. El precio de un bulbo estaba superinflado incluso antes de llegar al comprador final, y la locura se mantenia por la fé que tenían los distintos intermediarios en que, llegado el momento, algun idiota millonario compraría el bulbo a un precio final del que saldrían las ganancias para sustentar toda la cadena de especulación. La burbuja duró tanto como el tiempo que tardaron los primeros bulbos super-exóticos en florecer: cuando llegó el momento de buscar los compradores finales que pagarían toda la histeria colectiva, descubrieron que el consumidor no es estúpido. Nadie va a vender una casa para pagar por una flor bonita, que era basicamente el único uso de los tulipanes cuando le quitabas el componente especulativo. Ahí fue cuando llegó la catastrofe. Masivamente intentaron vender los contratos a futuro, primero a un precio moderadamente bajo, y finalmente al precio que fuera: Quienes lograron deshacerse de sus contratos antes de que reventara la burbuja, ganaron grandes cantidades. Los que no, perdieron toda su inversión.

Quien hace una comparación de la tulipmanía con Bitcoin y demás criptomonedas no suele entrar en mucho detalle simplemente porque desconoce tanto la historia de la tulipmania como la tecnología detrás de Bitcoin. Desde luego que hay coincidencias preocupantes:

1. Un aumento explosivo en la demanda (y por lo tanto en los precios). 2. Gente que se endeudó más allá de su capacidad de pago con la esperanza de que recuperaría más de la inversión (sin una garantía de que eso pasaría). 3. Falta de regulación gubernamental. 4. Optimismo generalizado sobre el futuro. 5. Escasez del producto (recordemos que no fueron los tulipanes comunes los que dieron pie a la euforia, sino variedades raras cuyos únicos bulbos disponibles en muchas ocasiones podían contarse con los dedos de la mano).

Pero también hay diferencias fundamentales entre la tulipmanía y Bitcoin:

1. La mayor parte de la especulación en el precio de los contratos a futuro en los bulbos se dió fuera del mercado final. Parte fundamental de la locura especulativa fue la cadena de intermediarios que no tenia información real sobre cual sería el precio final del bulbo una vez llegara al último eslabón (el consumidor). Bitcoin en cambio es un activo que se compra y vende directamente, sin intermediarios. Toda persona que adquiere Bitcoins está adquiriendo el producto final, es decir, en todo momento hay seguridad de que el consumidor final está dispuesto a pagar por el producto.

2. Los bulbos y tulipanes eran mercancías extremadamente efímeras, las personas que se involucraon en ese negocio sabían que, le fueran a sacar ganancia o no, tenian que deshacerse de sus contratos tan pronto como pudieran; de ahí que la burbuja reventara a la primera señal de peligro. Bitcoin es en esencia eterno, y por mucho que lo compres a un precio inflado y este caiga, no tienes prisa por venderlo (HODL), de modo que puedes esperar a tiempos mas propicios para vender en lugar de abandonarte a la locura.

3. La única utilidad de un contrato de futuros sobre el bulbo era el retorno sobre la inversión, es decir, la posibilidad de venderlo a mucho mas dinero del que lo compraste. En el momento en que el ROI bajó de cero, todo se desplomó. Bitcoin es un instrumento atractivo para muchas personas incluso con un ROI negativo por una sencilla razón: ningún asqueroso gobierno puede meterle mano. Y si no sabes lo valioso que es eso es porque tienes la fortuna de no vivir ni en un infierno fascista ni en un paraíso socialista.

4. La tulipmanía fue una burbuja en constante crecimiento hasta que llegó al punto de saturación de mercado y colapsó subitamente. Bitcoin ha llegado a perder el 40% de su valor e incluso pasar años con rendimientos mayoritariamente negativos, lo que no ha evitado que aumente poco a poco la demanda. Esto es particularmente importante: Quien hace comparaciones de Bitcoin con la tulipmania evita mencionar que las condiciones para una explosion de burbuja y fin de Bitcoin ya se han dado muchísimas veces, suficientes como para que alguien haya decidido llevar registro de las veces que se ha declarado muerto a Bitcoin.

En resumen, comparar Bitcoin con Tulipanes es absurdo. Por más que los haters digan que Bitcoin no tiene ningún valor intrínseco, la realidad es que Bitcoin tiene valor por su capacidad comprobada para saltar bloqueos gubernamentales e institucionales, la seguridad de su protocolo, su potencialmente infinita divisibilidad, la capacidad de mantener el anonimato (o al menos dificultar el rastreo) y la facilidad de transferirlos. Ninguna moneda o valor refugio habia ofrecido antes todo eso. Son las ventajas tangibles del Bitcoin las que le permiten que exista un mercado. Que actualmente el precio está inflado para el mercado que ralmente existe para BTC es algo perfectamente posible, y las correcciones de mercado no son nada raro para cualquiera que lleve algunos meses siguiendo el desarrollo de la criptomoneda. Bitcoin aún puede fallar, nadie pone en duda eso. Pero lo hará si una alternativa mejor y más eficiente logra arrancarle su lugar, y eso ya no tendría nada que ver con burbujas, sino simplemente con el mercado eligiendo el producto más óptimo. Si se quiere atacar Bitcoin, forzosamente tiene que ser desde el nivel técnico y no con comparaciones simplonas. Ahora que si se quisieran hacer comparaciones, el periodo historico que ofrece mayores similitudes con el Bitcoin es la Fiebre del oro y la expansión hacia el oeste en los EEUU. Pero de eso hablaremos en otra entrada.

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