miércoles, 8 de junio de 2011

Y Atlas se revolcó en su tumba.

Sabía que La Rebelión de Atlas era mi libro favorito incluso antes de leerlo. Planeaba tomarme estas vacaciones escolares (dos meses de terrible ocio) para leerlo con calma, así que fui un sábado en la tarde a una librería y lo compré. Para el domingo en la mañana ya había devorado 300 páginas, para el lunes en la mañana otras 400, y nada más porque las actividades escolares no me ha permitido reanudarlo, pero ya habría terminado con todo gusto el libro (me quedé justo en el final de la segunda parte y joder, ya no puedo esperar más). Me hizo reflexionar sobre mil cosas, me hizo reír, llorar, sentirme deprimido y eufórico. Si pudiera estar seguro de que todos los libros que leyera fueran tan sólo la mitad de buenos, gastaría cada centavo que tuviera en leer, leer y seguir leyendo.

A los dos días de haberlo empezado me dije que deberían llevarlo al cine en tres, cuatro o cinco películas, las que fueran necesarias, para plasmar una historia que de verdad valía la pena ser contada con todo lujo de detalle. Qué diablos, pensé que una mala adaptación aún merecería la pena. Incluso sería un proyecto perfecto para unos chavales del área de cinematografía un trailer para una película inexistente.

Ya lo imaginaba yo, un Jazz melancólico como música de fondo, en primer plano el edificio Taggart, a sus pies un vagabundo preguntando "¿quien es John Galt?" (sólo para hacer honor a la película). A continuación escenas de una américa en decadencia, las ciudades semidesiertas y esos trenes de décadas pasadas recorriendo un país arruinado de un océano a otro, agregando de fondo los discursos políticos cada vez más radicales. Cómo hubiera sido bonito.

Dió la casualidad de que al momento de comprar el libro ya había terminado de rodarse la adaptación cinematográfica hecha, cómo no, por los chicos de Hollywood. Al principió pensé que estaba bien, que sería como con el Padrino: una buena adaptación a una buena novela, una película que se ganaría por derecho propio un lugar en la historia. Y cuando por fin ví el trailer...



¿POR QUE COÑOS PONEN MÚSICA DE ACCIÓN Y SUSPENSO, COMO SI ESTUVIERAN ANUNCIANDO LA PUTA BATALLA FINAL ENTRE LA HUMANIDAD Y LOS ALIENIGENAS? ¿POR QUE CARAJOS TIENEN QUE DAR FLASHAZOS Y FLASHAZOS DE UNA ESCENA TRAS OTRA? ¿QUIEN PUEDE CREER QUE ES BUENA IDEA PONER UNA Y OTRA VEZ A LO LARGO DEL TRAILER "¿WHO... IS... JHON... GALT?" COMO SI ESO FUERA A LLAMAR LA ATENCION DEL PUBLICO ("oh, sí, ¿quien será? vamos a ver la película") CUANDO INCLUSO EN EL LIBRO NO TERMINAN DE EXPLICARLO NI SIQUIERA EN LA SEGUNDA PARTE (el mismísimo trailer es nada más de la primera)? AL FINAL PARECE UNA PELÍCULA CUALQUIERA DE EMPRESARIOS CONTRA POLÍTICOS. MIERDA, MIERDA Y DOBLE MIERDA.

Lo que más me gusta de éste blog es que nadie lo lee, de modo que a nadie le importaría denunciar tanto improperio, así que lo escribo, porque lo siento de verdad y lo quiero sacar. ¡MALDITOS HOLLYWOODENSES HIJOS DE MIL PERRAS! Tenían tantas historias mediocres para seguir haciendo su cine mediocre. Tenían tantas películas mediocres para seguir haciendo refritos mediocres y seguir sacando dinero de su mediocridad, pero no tienen límites. Tomaron una joya, la pusieron en el piso llenándola de estiércol, la destruyeron en mil pedazos y vendieron sus partes a precio de fierro viejo. Ayn Rand debe estar revolcándose en su tumba.

La Rebelión de Atlas es un canto a la mente humana, a aquellos que cambiaron el mundo con ideas, sin conformarse con lo que tenían, siempre queriendo llegar a lo más alto, "intercambiando nuestro mejor valor por el mejor valor de los demás". Pues ahí está el mejor valor de estos cabrones. Una pandilla de dinosaurios, llevados por la inercia y sin otra fórmula para hacer dinero. El tren que se ha quedado sin diesel. Ya desde que la intentan anunciar con "¡miren, la novela se vendió muy bien, seguro que la película también mola!" puede intuir uno que todo se irá al demonio.

Sobra decir que no la voy a ver, no por cuestión de ideales sino más bien de salud: no quiero que me dé una puta apoplejía del coraje. Lo peor de todo es que ahora ya nadie querrá leer el libro, "joder, ¿para qué, si ya ví la película? y que historia tan mala por cierto". Si Ayn Rand regresara de la tumba, creo que gustosa haría una excepción a sus ideales y votaría a favor de que a esos cabrones los cuelguen de los cojones, y que todos los rollos de la película sean confiscados, quemados y su exhibición prohibida, so pena de quedar como un imbécil.

Y Atlas se revolcó en su tumba. ¡Malditos sean!